Coleccionar sonidos y otros souvenirs inesperados

¿Y si dejaras de hacer fotos para centrarte en los sonidos de donde viajas?
Coleccionar sonidos y otros souvenirs inesperados
Priscilla Du Preez-Unsplash 

Admítelo: hacer fotos cuando viajas es irresistible. Lo normal es postear todo en redes sociales e incluso hay gente que dice que “si no has hecho una foto, no ha ocurrido”. Pero con todo y con eso, tú todavía insistes en comprar postales analógicas e imanes horteras para la nevera y en guardar los tickets de los museos para tener un recuerdo tangible de una bonita experiencia que probablemente no se vuelva a repetir.

No podemos evitarlo. Nos encanta decorar las estanterías con recuerdos de nuestros viajes y poder señalarlos cuando hay alguna visita para decir, sin necesidad de hablar, “¡yo he estado ahí!”.

Sin embargo, igual que hay un destino para cada viajero, también hay un souvenir, porque nuestras formas de sentir un viaje son tan diferentes como las de recordarlo.

Cierra los ojos y escucha. Manuel Meurisse - Unplash

CIERRA LOS OJOS Y ESCUCHA

Normalmente, cuanto más lejos viajamos, más abrumados nos sentimos por todo lo nuevo y diferente que nos envuelve. Nuestros sentidos colapsan y no sabemos si pararnos a oler las frutas del mercado, tocar las telas de estampados coloridos o pararnos a escuchar una conversación ajena en un idioma que nunca seremos capaces de aprender.

Si eres alguien para quien los sonidos son lo más interesante y te ayudan a recordar y a conectar más que cualquier otra cosa, guarda la cámara de fotos, saca una grabadora, dale a record y cierra los ojos.

Graba el sonido de los niños jugando al fútbol en la plaza, del pescadero raspando el pescado, de las ancianas hablando a gritos de un lado al otro de la calle, del autobús al frenar –o acelerar–, y el sonido de cómo te sirven un plato de comida caliente en tu restaurante favorito.

Ver fotos: Ese souvenir sin el que no pudimos volver a casa

Guárdalos todos y, cuando estés de vuelta, escúchalos como si fuera una playlist. Así, en lugar de una carpeta con miles de fotos archivadas, similares a las de Google, tendrás una con sonidos que no podrás encontrar en ningún otro lugar.

¿Tú también te hiciste la foto de rigor frente a la Torre Eiffel?Ole Witt- Unplash

BUSCANDO A WALLY, U OTRA COSA

Con todo y con eso, no dejamos de ser personas muy visuales. Nos encanta hacernos la foto de rigor frente a la Torre Eiffel, comiendo pizza en Italia o vistiendo un kimono en Japón.

Y luego están los que pasean por la ciudad buscando algo muy concreto que fotografiar. Ni personas, ni monumentos, ni cuadros, ni comida, sino objetos o lugares que, como allí, no los hay.

A esas personas, y quizá tú eres una de ellas, las puedes reconocer porque pasean con la cámara cubriendo su cara constantemente y se detienen en los sitios más insospechados –provocando que otros turistas se paren (y miren) pensando que allí encontrarán el siguiente gran descubrimiento con el que se harán virales en TikTok–.

¿Y qué es lo que buscan? Hacer fotos a las señales de tráfico, las puertas de todo tipo de edificios o la señalética de los aseos de los bares y restaurantes. ¡Todo vale!

Siente la arena entre tus dedos. Hassan Ouajbir-Unsplash

SIENTE LA ARENA EN LOS DEDOS

Si bien no todas las ciudades tienen mar (aunque sería algo maravilloso) todas tienen arena, por eso algunas personas atesoran pequeños recipientes con tierra, con el fin de recordar con los dedos cómo sintieron al tacto esa playa de arena blanca o esa escarpada montaña que escalaron en su día.

Otras prefieren pequeñas piedras que pueden acariciar, llevar encima o hasta regalar. Al final, no deja de ser otra forma de conquista del territorio, solo que en lugar de dejar una X que marque el lugar, te llevas esa marca contigo para poder sentirla y recordarla siempre que quieras.

DESCUBRE CÓMO PROGRAMAR TUS RECUERDOS

¿Has oído hablar alguna vez del perro de Pávlov? Fue un experimento psicológico de condicionamiento que algunas personas aplican en su día a día.

En un viaje, llevar esta teoría a la práctica es muy sencillo: cuando vayas a un destino, elige un álbum, un artista o -si crees que no vas a volverte loco a las dos horas- una canción para que te acompañe el resto del viaje. Siempre lo mismo, hasta que vayas a otro nuevo destino o regreses a tu casa.

Lo ideal es que sea un cantante, una ciudad. Si pasas en ella el tiempo suficiente, cada vez que escuches esa melodía podrás regresar de nuevo, mientras dejas que con la música caiga una cascada de imágenes con tus mejores momentos vividos allí.

¿Qué coleccionas tú en tus viajes?Becky Phan-Unsplash

LA OLVIDADA CAJA DE LA COLECCIÓN DE CROMOS

De nuestros ancestros hemos heredado muchas cosas, pero si hay algo que nos caracteriza desde muy pequeños es ese afán por buscar y coleccionar objetos de todo tipo. Cada vez que encontramos un nuevo tesoro para nuestra colección, nuestro cerebro libera una dopamina tan agradable que no podemos evitar actuar como Diógenes.

¿Qué suele coleccionar la gente que viaja a menudo? Sellos, imanes, postales o monedas, pero entre los souvenirs más atípicos que he podido encontrar están: la colección de bolsas de patatas fritas que invadía la casa con su olor cada vez que se abría la carpeta donde estaban guardadas; y la de los libros de El Principito traducido al idioma local del país en el que se hubiera estado de viaje, ya fuera húngaro, chino o zulú.

Puede que ya tengas iniciada una colección, o dos, o más. O a lo mejor eres de los que no se han decidido por nada en particular o la simple idea no le resulta atractiva. Si eres de estos últimos, tiempo al tiempo. La tentación es subyugante y, como te hemos mostrado, las opciones para mantener vivo el recuerdo del viaje de tu vida son infinitas.

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