Isla de Skye, el icono de la nueva Escocia

A menudo comparada con Islandia, Skye saca pecho y presume de belleza. Ella que puede.
Los impresionantes parajes naturales de la isla de Skye.
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Es la segunda isla más grande de Escocia y el tercer destino turístico del país. Aunque números y posiciones a un lado, Skye es, afortunadamente, muchas cosas más. Pero vayamos por orden.

Llego hasta Skye una húmeda –qué pensaban, esto es Escocia–, mañana de primavera y, aunque bien es cierto que las nubes tiñen el paisaje de un tono grisáceo que apaga un poco el recibimiento, la isla apunta maneras.

Skye es el lugar más salvaje y remoto al que se puede llegar en Gran Bretaña sin salir de tu coche. Se puede conducir desde Inglaterra o Gales hasta Kyle of Lochalsh, donde antes había que tomar un ferry para acceder a la isla, hoy unida por un vertiginoso puente y un trayecto mucho más corto.

El castillo de Eilean Donan, a orillas del lago Duich.

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Una vez en tierra firme debes saber que Skye es famosa por muchas cosas y una de ellas, para bien y para mal, es su cambiante meteorología, así que en mi caso para bien, no tardo en ver los primeros rayos de sol que comienzan a iluminar el espectacular paisaje que me rodea.

En la isla hay un poco para todos los gustos, pero de toda su oferta destaca la belleza del manto aterciopelado que cubre llanuras y mesetas, sus montañas escarpadas, sus lagos y sus salvajes acantilados.

Así que tras esta introducción no es de extrañar que su impresionante paisaje sea la principal atracción de la isla, pero eso no es todo, porque cuando la niebla cae –o los buenos aguaceros– también esta tierra sorprende con su oferta de castillos, pubs, restaurantes y hasta interesantes galerías de arte donde resguardarse de las inclemencias.

Soy consciente de que las 24 horas que estoy en Skye no son suficientes para descubrir todos sus rincones (lo ideal son dos o tres días de estancia), pero sí los más destacados. Diría que también los más bonitos, pero en una isla que rezuma belleza por los cuatro costados esta afirmación sería demasiado osada por mi parte.

Kilt Rock (también conocido como Mealt Falls) , es una de esos lugares que dejan sin palabras y sin aliento.

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Lo mejor es alquilar un coche y, mapa en mano, dejarse seducir por las suntuosas curvas que dan forma a sus carreteras, generalmente poco transitadas a no ser que se viaje en temporada alta (y sí, a esto se le llama globalización y yo en estos temas no entro) .

Al final, y por suerte, Skye sigue manteniendo intactas sus tradiciones nativas dentro de un contexto global -¡y qué remedio!–. Y es que entre las tendencias viajeras de hoy en día, el concepto de 'local' es uno de los adjetivos más seductores. Y ellos lo saben.

No es sorprendente, por lo tanto, que el nombre de esta isla se haya convertido en una marca poderosa para Escocia: rural pero sofisticada, remota pero accesible.

En un destino donde lo antiguo colisiona con lo contemporáneo, no se me ocurre un mejor plan que pasar todo un día inmersa en la más salvaje naturaleza para terminar disfrutándolo de un menú con estrella Michelin en el restaurante de moda, el único galardonado con la prestigiosa mención, que no es otro que el que capitanea el chef Michael Smith, The Loch Bay.

Plockton y Carron, dos pueblecitos que mantienen intactas sus tradiciones apostando siempre por lo local

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De su variada oferta gastronómica, condensada en dos menús de 43 y 70 libras, destaca el pato crujiente o, cómo no, todo lo que proceda del mar, como la langosta o las sabrosísimas vieiras.

Comiendo en este entorno, llama particularmente la atención comprobar cómo profesionales como Smith y otros muchos que no caben en este artículo, procedentes del mundo de la arquitectura o la cultura, están transformando, para bien, esta remota isla con el fin de convertirla en un icono de lo que es ya para muchos la nueva Escocia.

Sopa de marisco de The Loch Bay, el restaurante capitaneado por Michael Smith.

The Loch Bay

Y mientras esa transformación se produce, esto es lo que no hay que, de momento, perderse en Skye.

QUIRAING

Los impresionantes acantilados de la isla constituyen uno de los paisajes más notables de Skye y uno de los iconos de toda Escocia (amén de una asegurada fuente de ‘likes’ en Instagram) .

Lo ideal es hacer una caminata, de aproximadamente media hora de duración, desde el parking, al que se accede a través de la carretera entre Staffin y Uig.

El paseo puede resultar algo vertiginoso para quienes huyen de las alturas y además, el viento que suele soplar en la isla tampoco ayuda; pero nada, nada, debe detenerte porque la belleza de Quiraing bien merece la pena el esfuerzo. Palabrita.

Quiraing, una caminata un tanto vertiginosa cuyas vistas serán la mejor recompensa.

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CASTILLO DE DUNVEGAN

Clanes, leyendas, batallas e historia, mucha historia la que encierra el famoso castillo de Dunvegan, el edificio histórico más famoso de Skye.

Actual sede del jefe del Clan MacLeod, en su interior se pueden encontrar las cosas típicas de un castillo –chimeneas, retratos, singulares obras de arte y hasta espadas–, pero también algún que otro artículo un poco más curioso, como la Bandera de Hadas, una especie de pancarta de seda que data de algún tiempo entre los siglos IV y VII. Y aunque bien es cierto que resulta un poco siniestra, William Wallace estaría orgulloso de esta visita.

No te vayas de la isla sin probar el que probablemente es el mejor fish and chips de Escocia.

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PORTREE Y EL MEJOR FISH AND CHIPS DE ESCOCIA

Parece mentira que un destino tan pequeño pueda hacer tanto ruido, pero supongo que cuando hay ganas, uno consigue lo que quiere, o al menos lo intenta.

Es lo que sucede con Portree, la principal ciudad de la isla de Skye, con su bullicioso puerto y su próspero centro cultural.

Situada alrededor de su puerto natural y bordeada por un terreno elevado y acantilados, su primera línea de puerto, repleta de casitas de colores, es la foto de postal que todo el mundo toma en Skye.

Y no es para menos. Un poco antes de bajar hasta dicho puerto, hay que detenerse en The Chippy, donde elaboran de forma tradicional, y sin ningún tipo de sofisticación, el mejor ‘fish and chips’ de la ciudad, de la isla, de Escocia y hasta probablemente del Reino Unido.

AROS CENTRE

Y entre tanta naturaleza y tanta historia, un poco de presente y sofisticación. Ubicado a las afueras de Portree, Aros es otro de los puntos fuertes de la isla, un centro cultural por y para la comunidad que ofrece exhibiciones, cines, música en vivo, galerías y talleres.

Hay que prestar especial atención a su tienda de regalos, repleta de originales creaciones que van más allá de los tradicionales imanes de nevera como souvenir. Aleluya.

Portree y sus casitas de colores: una de las postales de la isla.

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OLD MAN OF STORR

Estamos, sin lugar a dudas, en el paseo más famoso de la isla… y sí, también el más concurrido. Conocido de forma coloquial como ‘el viejo’, se trata de un gran pináculo de roca que se alza de forma magistralmente vertical, tanto, que se puede ver a kilómetros de distancia.

Atardecer en Old Man of Storr, un auténtico regalo de la naturaleza.

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Para los habitantes de la isla, este es uno de los paisajes más fotografiados del mundo, y aunque yo no me atrevería a afirmarlo con tanta contundencia, sí es cierto que es uno de los más asombrosos de la isla.

Aparentemente imposible de escalar, fue escalado por primera vez en 1955 por el alpinista inglés Don Whillans, una hazaña que se ha repetido solo un puñado de veces desde entonces. Desenfunden sus teléfonos.

Storr, el gran pináculo de roca visible a kilómetros de distancia.

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