Cómo sobrevivir al Oktoberfest

Beberás, bailarás encima de una mesa y no tendrás resaca… o sí

Cómo sobrevivir al Oktoberfest

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Desde que Luis de Baviera decidiera celebrar su boda con Teresa de Sajonia-Hildburghausen con una rave decimonónica y cervecera en un solar a las afueras de Múnich , cada octubre Múnich revisa sus normas católicas y clasistas.

Pobres y ricos, futbolistas y dosmileuristas y locales y forasteros comparten mesa de madera, conversaciones imprevisibles y jarana desmedida en una fiesta que, para los muniqueses, es como nuestra cena de Navidad: no hay ley ni límites.

Así que, si has decidido vivir lo que puede ser una de las experiencias más sorprendentes en Alemania desde el punto de vista antropológico y de idiosincrasia, solo tienes seguir a rajatabla los siguientes consejos para no pecar de guiri.

De lo contrario, acabarás rodeado de italianos en la puerta de la carpa de Hofbräu suplicando por acceder. Y no hay nada peor que eso.

Es importante entender que el Oktoberfest es la Feria de Abril versión bávara

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ATUENDO Y PREVIA

Si has llegado a Múnich y has conseguido un alojamiento digno (los hoteles no suelen bajar de los 250€ la noche) , lo único que te tiene que preocupar son los siguientes puntos:

1.Modo de pago: hay que entender que el Oktoberfest no deja de ser la evolución natural de un gran Biergarten popular que se ha desmadrado. Es decir, que aquí la tecnología brilla por su ausencia y no conviene ir con la tarjeta de crédito en la mano. Además, hay que tener en cuenta que en Alemania la presión fiscal a los bares es menor, de ahí que los hosteleros prefieran el cash al plástico.

2.Presupuesto: aquí la cerveza se pide por litros. No hay cañas, ni dobles ni chorradas para mojigatos. Si quieres una clara con limón, quédate en tu barrio. El precio de cada litro nunca es inferior a 11€, así que el cálculo es sencillo siempre que seas capaz de pronosticar tu capacidad de engullir. Eso sí, un poco de optimismo no viene mal.

3.No te disfraces, vístete: es importante entender que el Oktoberfest es la Feria de Abril versión bávara. Todo muniqués que se precie acude a esta cita perfectamente vestido con unos trajes regionales que sorprenden por su variedad de diseños y por su precio. Este dato es importante para entender que no conviene ir a un chino a comprar un disfraz tirolés para mimetizarse. No es que se lo vayan a tomar mal, pero el ridículo puede ser apoteósico porque la diferencia salta a la vista.

Bodegón bávaro con motivo del Oktoberfest

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4.Dress code para ellos : el relativamente sencillo. Solo consiste en unos pantalones de cuero llamados Lederhosen que cuestan más que una noche de hotel, una camisa de cuadros, unos calcetines blancos largos y unos zapatos. Como poco, la broma cuesta unos 600€. Eso sí, lo mejor es que aquí hay uniformidad y, sea cual sea tu estatus social, el exhibicionismo folclórico es compartido. Y en caso de duda, solo hay que fijarse en los jugadores del Bayern de Múnich. A ño tras año siguen siendo los auténticos influencers del Wiese.

5.Dress code para ellas: el vestido tradicional o Dirndl tiene una aceptación que va más allá del respeto a la tradición. Por lo visto, es perfecto para realzar atributos físicos femeninos y esconder supuestas "imperfecciones". Y, además, como tiene una variedad cromática insólita en la moda local, no existe esa sensación de homogeneidad.

6.Accesorios: hay dos tipos de accesorios (uno recomendable y el otro no tanto) . El primero es llevar una de esas riñoneras de extraperlo para que, en caso de llevar Dirndl (ellas) o Lederhosen (ellos) , se agilice el pago. El segundo es el gorro de tirolés con plumas para el que hay que seguir las mismas recomendaciones del punto 3.

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7.Horario : en días de diario todo se anima en el horario afterwork, es decir, a partir de las 17:00. Hay que tener en cuenta que muchas empresas flexibilizan el horario durante estas semanas para incentivar la asistencia a la fiesta mientras que otras, directamente, alquilan una mesa (o una carpa) para premiar a sus empleados, por lo que no conviene despistarse. En fin de semana, lo ideal es estar allí sobre las 12:00 del mediodía para evitar las aglomeraciones de las tardes.

8.Olvídate del nutricionista: conviene abordar una jornada en el Oktoberfest con el estómago muy lleno. Lo mejor para estos casos es hincharse a pizza y, si las ansias birreras asoman, desayunar una Paulaner que es la que más alimenta por ser de trigo.

BIENVENIDO AL WIESE

9.Denominación : aunque la explanada se conozca como Theresienwiese en honor a aquella mujer cuya boda originó todo esto, casi todo el mundo lo conoce como Wiese (prado) así que si te animas a preguntar en alemán, lo mejor es optar por este término acortado para empezar con buen pie.

10.Queda lejos aquel prado : no tanto en cuestiones de distancia como en concepto. Lo que antaño era un largo campo abierto donde se celebraban ferias y hasta carreras de caballos (una tradición unida al Oktoberfest hasta 1960) , ahora es una explanada yerma de suelo blanquecino de la que, como champiñones, surgen carpas, norias y puestecillos. Puede parecer una cutre fiesta de pueblo a lo grande, pero esto es Baviera y las cosas son serias.

Este es tu objetivo en el Oktoberfest: brindar

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11.Acceso : solo pilla cerca, cerca, una para de metro llamada, cómo no, Theresienwiese, que suele aglutinar a toda la plebe. No obstante, aquello no es Sol en Navidad.

12.Mapa: no lo vas a necesitar porque es muy fácil orientarse. El Oktoberfest consiste en una larga calle flanqueada de carpas. Lo demás es accesorio, aunque no deja de llamar la atención la infraestructura feriante de montañas rusas, norias, atracciones y puestos de comida de todo el mundo. Aunque fascinen sus colorinchis y su musicote, no hay que perder el norte ni olvidarse de que lo que mola está bajo las grandes lonas.

13.Zona tradicional: hay que tener en cuenta que, en el reducto cercano a la parada de Pocci Strasse (la siguiente estación en cercanía) , existe un espacio para los que viven esta fiesta de forma muy arraigada. Aquí todo lo folclórico se potencia y se eleva al olimpo de la rutina en una serie de carpas y barras que celebran esta fiesta como se realizaba antes. Una idea que no es exclusiva, sino divulgativa, y que se puso en marcha en 2010 para conmemorar los 200 años de esta cita.

DE LITRO EN LITRO

14.Tipo de cerveza : aunque no lo parezca, hay una norma. Para que el despiporre no fuera antológico ni provocara un baby boom innecesario nueve meses después, Luis de Baviera celebró sus nupcias solo con cerveza que cumpliera la Ley de pureza de 1516, que no superara los 6º de alcohol y que solo se produjera en los límites de la ciudad de Múnich.

Estos requisitos se siguen hoy en día a rajatabla (aunque hay cervezas que se fermentan en municipios limítrofes) , lo que tiene como consecuencia que ‘solo’ haya 14 grandes carpas con zumos de cebada de este tipo.

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15.Elegir carpa: hay tres tipos de carpas de cerveza. Por un lado, están las más cotizadas, que son aquellas que tienen mejor fama, producto y ambientillo como es el caso de la Augustiner. Luego, las que son de clase media, con un ambiente majo, joven-pijo y buenrollero, como es el caso de la Löwenbräu. Y luego están las low cost como Hofbräu, un imán de turistas desorientados que es mejor evitar.

16.Saber beber : hay una rasgo que hace del Oktoberfest una fiesta maravillosa: su inesperado civismo. Aquí se viene a disfrutar de esta bebida y se hace obligatoriamente sentado en una de esas infinitas mesas de madera donde pasan las horas. Así se limita el aforo y se hace que la fiesta sea lo más agradable y social posible para todos los públicos.

17.El casting: el único proceso complejo en el Wiese es el de entrar en una carpa. Si no se tiene una mesa reservada, comienza el casting. Lo normal es amontonarse frente a la puerta de las mismas con cara de sed y esperar que uno de los camareros te elija y te haga pasar la cuerda que limita el acceso. Aquí los chicos tienen ventaja porque los camareros van a comisión y prefieren elegir gargantas sedientas ávidas de cebada fermentada para sacar mayor rentabilidad.

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18.Hazte amigo del camarero : en cualquier proceso, tanto en la entrada como durante el día, lo mejor es cuidar al ser que, jarra en mano, te va avituallar sin descanso ni piedad. Son profesionales hábiles, listos y siempre aparecen cuando intuyen que los ojos de los parroquianos ya divisan el fondo de las jarras.

19.Come como un bá(r) varo: además del ritmo constante de jarras de cerveza, aparecen de vez en cuando otras deidades portando comida que ayudan a aguantar sin desfallecer. Conviene no ignorarlos y, de vez en cuando, mezclar los brindis con mordiscos a pretzels, perritos calientes (con bratwurst, por supuesto) y otros preparados contundentes.

20.Y cuando cae el sol… Una de las mutaciones más inesperadas del Oktoberfest es que, cuando la noche hace aparición, la gente pierde la decencia, aparece la música comercial y se empieza a bailar sin tapujos. Lo más normal es acabar dando brincos en las mesas donde antes apoyabas las jarras mientras te juegas la vida. Y es que en el Wiese hay casi más atendidos por caídas que por intoxicaciones.

21.Solo son las 12 de la noche : y en tu vida te habrás corrido mayor fiestón. Lo más recomendable es no seguir la juerga, dormir y levantarse al siguiente día con una Paulaner en la mesa lista para desayunar. Comienza el bucle.

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