La cara B de Marbella

Los vestigios de la resistencia cultural en la millonaria urbe

Marbella es más de lo que esperas

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Marbella, la de los marbelleros , es ese lugar donde “te puedes encontrar en la calle un luto de pueblo con las babuchas y las medias negras, a la vez que a un Michael Knight en el coche fantástico, que sube al casco antiguo a tomar una caña”, explica Francis Guzmán, tabernero desde hace más de 30 años y dueño de uno de los locales más queridos de la ciudad, La Polaca . Allí aún se siguen dando cita artistas locales, gente de la ciudad y algún Michael Knight de turno.

Su local forma parte de la resistencia de esa Marbella de toda la vida que parece empezar a resurgir de las cenizas de esa imagen frívola y de corrupción que muchos tienen en su cabeza y que vivió un auténtico cataclismo cultural en el año 91, con la entrada del GIL que arrasó con todo.

En la taberna de La Polaca, que funciona como un centro de la memoria colectiva, frente al Mercado de Marbella (otro soplo de aire fresco de la autenticidad local) el producto estrella son las tapas de calidad y la buena música. Y sobre todo, el carisma de Francis, coleccionista de vinilos, amante del teatro y amigo de poetas, pintores y fotógrafos que vierten aquí sus recuerdos.

En los años 80, “ Marbella era una capital cultural a todos los niveles ”, explica desde Bristol Pedro Márquez, AKA Pedro Boring. Es el cofundador de ** modularestudio **, una productora local con premios internacionales. “Nosotros incluso grabamos un documental para rescatar toda esta vibrante escena musical que existió”, una escena a la que le fue imposible resistir con la entrada del GIL. No solo había multitud de grupos, sino gente que hacía fanzines, fotografía, teatro… toda una juventud creativa de donde salieron talentos como Mariola Fuentes, Pepón Nieto o David Delfín.

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“Con la perspectiva del tiempo, todos fuimos responsables”, señala José María Luna, otro marbellero que hoy dirige los museos internacionales de Málaga: el Picasso , el Pompidou y el Museo Ruso . Durante esa época estuvo al frente del Museo del Grabado de Marbella . “Lo que no se pelea se pierde y la gente se acomoda a lo fácil muy rápidamente. Hubo gente que peleó, cada uno de una manera, pero no coordinadamente. Es verdad que hubo un agujero negro, sobre todo, en las artes escénicas y musicales. Pero, a pesar de las circunstancias, el Museo del Grabado de Marbella fue una luz y conseguimos, en la época más dura del GIL, proyectarnos fuera ”.

Es justo este espacio museístico (el único superviviente) , escondido en el laberinto de callejuelas y encantadoras placitas del casco histórico, otra de nuestras paradas de esa otra Marbella que no suele aparecer en los titulares. El “emblema de la cultura más estable”, según lo define su actual director, Germán Borrachero, cuenta entre sus fondos con trabajos de Goya, Picasso, Miró, Dalí, Chillida, Tápies, Barceló, Plensa, Muntadas y un largo etcétera hasta llegar a las más de tres mil piezas que posee.

De hecho, será en este museo donde se expondrán el próximo 28 de marzo los 73 retratos en blanco y negro de esos miembros de la resistencia de la cultura local bajo el prisma del fotógrafo Jesús Chacón. Miradas de una ciudad le ha llevado más de cinco años, durante los que ha tratado de capturar este relato a través del retrato de los artistas más y menos conocidos de la urbe, de gente del mundillo de la cultura y de deportistas, acompañados de los textos del poeta Alejandro Pedregosa, otro artista local.

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LA MÚSICA EN DIRECTO ¡RESISTE!

Rubén Pérez regenta otro de esos oasis culturales de la ciudad. Su bar Fiesta en el Mercado de Marbella se ha convertido en un punto de encuentro no solo por sus míticos bocatas de carne mechada y sus tapas (recomendados hasta por el mismísimo chef tres estrellas Michelin Dani García ) , sino también por las Matinés del Mercao. Este evento con música en directo un sábado al mes (de octubre a mayo) es “una pequeña isla para los conciertos en vivo en Marbella” que se suma a la programación de la cervecería artesanal La Catarina, en Nueva Andalucía, casi en Puerto Banús.

Otros reductos de la resistencia más cañí se dan cita en bares de pueblo como Paquito El Limpio o El Ceuta que representan a esa Marbella genuina que no se quiere dejar morir. “Son bares con decoración de los años 70, como si en Marbella hubiera estallado la montaña de La Concha a lo Vesubio, se hubiesen tapado de lava y en el 2015 hubiéramos escarbado y hubieran aparecido impolutos”, señala Francis de La Polaca, un habitual de estas barras.

Además, la Marbella más auténtica es también la que se encuentra paseando a la sombra de la muralla de la antigua alcazaba. Una ruta por el casco antiguo de Marbella te obliga a reconocer su pasado musulmán, sus plazas y sus callejuelas con macetas, buganvillas colgando de las paredes y hornacinas de pequeñas virgencitas que ponen la nota popular junto a las boutiques.

Pero si buscas la playa más autentica, la que resume lo que fueran antes del boom turístico estas costas, no puedes dejar de visitar las Dunas de Artola , en Cabopino. En la parte de Marbella que ya linda con Mijas, este monumento natural se ha conseguido proteger con pasarelas peatonales y el trabajo de la asociación ProDunas . Aquí te tropezarás con la Torre de Los Ladrones, en la única playa naturista de la zona; uno de los lugares más bellos para pasear al atardecer.