La belleza de Bogotá está en sus paredes

Recorremos la capital colombiana de graffiti en graffiti

La ciudad vibra bajo el spray de los grafiteros

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Bogotá no es una ciudad hermosa. Su laberinto de cemento se extiende a lo largo de kilómetros hasta donde alcanza la vista. En un país que tiene a mano la selva amazónica , la cordillera de los Andes y la costa del Caribe , Bogotá se convierte en un lugar de paso.

Sin embargo, en el paisaje gris que ofrece la capital de Colombia destacan paredes de colores: desde hace unos años, el graffiti y el muralismo se han tomado muchos rincones de la ciudad, desde el turístico centro hasta las calles más alejadas. La propia infraestructura bogotana, llena de puentes, túneles y naves industriales, aleja al visitante que busca calles empedradas, pero atrae a artistas nacionales e internacionales para “rayar” los muros.

Ahora, el graffiti ya es un atractivo turístico más que concuerda con la vibrante vida cultural y política de la ciudad, y que embellece el hormigón bogotano.

La Candelaria es un 'must' en la ruta de 'street art' de Bogotá

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Pero su origen esconde una historia mucho más triste: el verdadero boom del arte urbano en la ciudad llegó después del asesinato de un joven grafitero de 16 años, Diego Felipe Becerra, disparado mientras huía por un policía que lo descubrió pintando un puente y que luego intentó encubrir su error diciendo que Becerra era un ladrón.

Desde ese caso, y gracias a la movilización social de los artistas y la familia, cambió la sensibilidad hacia el graffiti y se convirtió en una actividad impulsada en parte por las propias autoridades. Además, el arte urbano de la ciudad se ha fortalecido al pintar de la mano de las comunidades, de los barrios y de la gente. Hoy en día, Bogotá es una meca del graffiti en América Latina.

EL CORAZÓN DE BOGOTÁ: EL CENTRO Y LA CANDELARIA

La arquitectura colonial se mezcla con el arte urbano en el centro histórico de Bogotá, el barrio bohemio de la Candelaria. Es uno de los mejores lugares para observar los coloridos murales que inundan sus paredes: el Parque de los Periodistas y Las Aguas muestran el arte de artistas colombianos e internacionales, como el nuevo mural del graffitero austríaco Nychos.

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El Embudo, una calle estrecha que sube hasta la imperdible plaza del Chorro de Quevedo, es un escaparate para ver algunas de las piezas más características de la ciudad. El mural Kuna Tule, de ** Carlos Trilleras **, se ha convertido en uno de los iconos de la Candelaria, y nos transmite la herencia indígena de un país donde, a pesar de todo, muchas culturas y lenguas aún siguen vivas.

De hecho, la calle del Embudo es uno de los mejores lugares en Bogotá donde probar la chicha, una bebida alcohólica a base de maíz, que proviene de varias tradiciones indígenas a lo largo de los Andes, y que en los últimos años ha vuelto a revivir.

'Kuna Tule', de Carlos Trilleras

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Más allá de las casas coloniales de la Candelaria, pero en sus inmediaciones, la ciudad coge otra energía. Las calles se llenan de comercios donde ofrecen “ tinto ” (café sin leche) a precios irrisorios y donde el bullicio de los coches no perdona.

En sus paredes habitan los graffitis de algunos de los artistas colombianos más contestatarios, como el colectivo Toxicómano y DJ Lu, cuyos murales cuentan historias del conflicto armado colombiano a través de abejas en forma de metralleta o las caras de las víctimas.

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LOS MURALES INFINITOS DE LA CALLE 26

Grandes venas y arterias atraviesan Bogotá, calles que parecen carreteras y que conectan el norte con el sur y el este con el oeste. El humo y el ruido las hacen lugares inhóspitos. La Calle 26 es una de ellas. Sin embargo, sus paredes cuentan otra historia: buena parte está llena de graffitis y murales.

La 26 es la vía de entrada a la capital desde el oeste, que conecta el Aeropuerto con el centro. De alguna manera, es una declaración de intenciones de la propia Bogotá: lo primero que ve el turista cuando llega es una hilera de paredes pintadas.

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Cerca del centro, por ejemplo, se puede ver una de las piezas del colectivo colombiano Vértigo, un mural de más de 20 metros de altura de un beso entre dos sin techo. En una zona algo degradada como la que preside este graffiti, la imagen cobra un sentido estremecedoramente real. Las paredes de alrededor del Centro de Memoria Histórica también son una especie de escaparate continuo de artistas urbanos colombianos.

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En esta ciudad hecha para los coches, caminar por la 26 es casi imposible. Sin embargo, los domingos se reservan desde hace años a la tranquilidad: la vía, entre otras de Bogotá, se cierra a los vehículos de motor para permitir que las bicicletas y los patines circulen con calma. Es una gran oportunidad para recorrer la calle y admirar sus murales.

Bogotá, mejor en color

Instituto Distrital de Artes

LAS NAVES INDUSTRIALES DE DISTRITO GRAFFITI

Las naves industriales de Puente Aranda eran quizás uno de los lugares menos interesantes de la ciudad hace solo un año. Pero, a finales de 2018, a través de un proyecto de la Alcaldía, graffiteros internacionales y colombianos se reunieron para pintar en dos de sus calles principales.

Distrito Bogotá, como se llamó el proyecto, no tiene ni museos ni arquitectura colonial cerca: es Bogotá puro. Quizás precisamente por eso es un lugar ideal para observar el luminoso efecto que tiene el arte urbano en esta ciudad.

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Son manzanas llenas de naves industriales, con unos muros enormes y lisos, ideales para el graffiti. Ahí pintó por ejemplo el graffitero español Sabotaje, Farid Rueda, de México, o el francés Pro176.

El muralismo colombiano de Ledania, también en las paredes de Puente Aranda, es una mezcla perfecta del arte urbano con las raíces latinoamericanas. Estos muros podrían convertirse ahora en uno de los atractivos turísticos de la ciudad.

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Para no dejarse engullir por el laberinto de Bogotá es una buena idea acceder a todos estos puntos de la ciudad con alguien que conozca la zona. Bogotá Graffiti Tour es el primer proyecto turístico que se construyó alrededor del arte urbano, y ofrece recorridos gratuitos por el centro de la ciudad dos veces al día. También dan la posibilidad de conocer más puntos de la capital, pero en tours privados.

Por otro lado, el Instituto Distrital de Artes , promotor de alguno de estos proyectos, también posibilita acceder con guía a los puntos más interesantes del vibrante arte urbano bogotano.

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