Kioto en 48 horas: templos, matcha y geishas

La que fuera capital nipona deslumbra con sus innumerables templos, sus casas de madera y sus paisajes… y todavía es posible encontrar remansos de paz absoluta.

Kioto en dos días: ¡exprímelos al máximo!

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Atravesar medio planeta para ir a Japón sin visitar ** Kioto es imperdonable** : a poco más de dos horas de Tokio , la que fuera capital nipona deslumbra con sus innumerables templos, sus casas de madera y sus paisajes… y pese a la gran cantidad de turistas que recibe, aún es posible encontrar remansos de paz absoluta.

DÍA 1

9:00h. Si hay una imagen recurrente cuando se piensa en Kioto es la del templo de Fushimi Inari-taisha y su camino cubierto por arcos naranjas (toriis) . Como te puedes imaginar, hacer una foto del torii más famoso de Japón sin que salga nadie más tiene un precio: madrugar.

Hay quien prefiere hacerlo al anochecer (el templo no cierra) , pero quienes se acercan al lugar al ponerse el sol hablan de la sensación de temor que pueden sentir quienes sean fácilmente sugestionables, porque salvo que te quedes a las puertas del templo sintoísta, lo suyo es subir hasta el altar que hay en lo alto de la montaña.

Los más de 1.200 escalones que llevan a él hacen que muchos abandonen por el camino, pero la caminata, siempre bajo un gran torii de anchas columnas y en las que irás encontrándote centenares de tumbas y zorros de piedra que, aseguran, podrían robarte el espíritu, vale la pena.

13:00h. Al salir del templo, puedes reponer energías en cualquiera de los restaurantes o izakayas de la zona. Un plato que no falla nunca es el ramen con “verduras silvestres” : es imposible comer uno malo en Kioto.

Si además quieres postre, no te puedes ir de la ciudad sin probar uno de sus maravillosos helados de matcha: en Kioto puedes encontrarlo en cada esquina.

Los toris del templo de Fushimi Inari-taisha

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14:00h. El templo de Tofuku-ji no queda muy lejos de **Inari, uno de los lugares favoritos de los habitantes de Kioto para disfrutar del momiji ** gracias a la gran cantidad de arces que tiene.

La ventaja de ir cuando las hojas de los árboles aún no se han tornado rojas es que podrás disfrutar de un templo que no recibe tantos turistas y que gracias a lo espacioso que es, te permitirá disfrutar de una calma impensable.

16:00h. Antes de terminar el día aún queda un templo espectacular por ver, pero antes conviene dar un paseo por el barrio de Higashiyama, una zona comercial que aún conserva casas de estilo tradicional y por la que es frecuente ver a jóvenes vestidas con kimonos (no te engañes, no son geishas ni maikos, sino turistas que alquilan el traje para pasear por la ciudad) .

Aunque es innegable que el área está eminentemente orientada al turista, hay algún que otro patio o callejón que esconde tiendas y pequeños jardines a los que aún no se asoma mucha gente y en los que descubrirás hasta tiendas de maquillaje dignas de geishas.

El colorido barrio de Higashiyama

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17:00h. El templo de Kiyomizu-dera es, sin duda, uno de los más singulares que vas a encontrar en Kioto: su espectacular mirador, construido en el templo principal sin un solo clavo, es uno de los más hermosos de la ciudad.

Pero el templo además esconde una cascada cuyas aguas te darán salud, amor y fortuna y pruebas como la que te reta a caminar de una piedra a otra con los ojos cerrados para encontrar el amor, aunque lo más singular es el sobrecogido tainai-meguri.

Descalzo, y en la más absoluta oscuridad, deberás atravesar una pequeña cueva subterránea que representa el vientre de Bosatsu. El uso de móviles, luces o cámaras está absolutamente prohibido (y afortunadamente los visitantes lo cumplen) y tu única guía para saber por dónde caminas es un pasamanos con cuentas gigantes.

De repente llegas a una sala con una gran piedra ligeramente iluminada que debes girar mientras pides un deseo, y de nuevo vuelves a caminar en la más absoluta oscuridad hasta que sales: con este ritual habrás vuelto a nacer y se te concederá el deseo.

Huelga decirlo, no es una experiencia apta para claustrofóbicos. Tras dar un paseo por los alrededores del templo, pasada la pagoda hay senderos que se adentran en el bosque y por los que vale la pena caminar.

Kiyomizu-dera, uno de los templos más espectaculares

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19:00h. Para terminar el día, nada como acercase a Gion, el barrio en el que las geishas y maikos acuden a las cenas a entretener a sus comensales.

Ten en cuenta que está mal visto pararlas por la calle, pedirles fotos o tratarlas como a una atracción de feria y que la ciudad ha pedido expresamente que no se las fotografíe.

Son esquivas, verlas no es sencillo, y menos cuando hay cientos de turistas merodeando cámara en mano: siempre puedes optar por ir a alguno de los espectáculos que organizan con danzas, canciones y música y que son especialmente famosos en otoño y primavera, pero si no, siempre puedes disfrutar de las peculiares casas de madera y callejones de Gion, con sus izakayas iluminadas por linternas y de un paseo por la estrecha Pontocho.

Para rematar el día, tu estómago te agradecerá los pinchos de cualquiera de las tabernas de la zona.

Gion y sus peculiares casas de madera

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DÍA 2

9:00h. Otro sitio emblemático de la ciudad y al que conviene ir temprano es el bosque de bambú de Arashiyama.

En la mayoría de las fotos de internet no verás ni el camino de asfalto, ni las vallas cercando los árboles ni los instagrammers que te vas a encontrar a cada paso, así que si lo que buscas es algo más de calma, basta con salir del bosque y echar a caminar para perderte entre plantaciones de té y arroz, sitios de oración junto a lagos y templos que no aparecen en las guías.

12:00h. Cuando te hayas aburrido de naturaleza, es hora de acercarse a uno de los templos menos visitados de Kioto: el de Ninna-ji con su impresionante pagoda.

A sólo unos metros encontrarás el de Ryōan-ji, con uno de los jardines secos más famosos del país y sobre cuyo significado y qué representa existen diversas teorías.

El impresionante bosque de bambú de Arashiyama

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Sin alejarnos demasiado –es un paseo agradable– se llega al Pabellón Dorado: da igual cuántas fotos hayas visto, hasta que no lo ves reflejado en el estanque y en medio de ese espectacular paisaje, no alcanzas a imaginar la belleza del lugar.

Ver los tres templos te llevará tu tiempo, así que conviene hacer un alto entre una visita y otra. Aunque por el camino encontrarás numerosos lugares en los que comer ramen o tempura, los mejores onigiris de Japón los comí preparadas al momento en Tomikawa, una tienda de encurtidos justo a la salida del templo de Ryōan-ji.

El famoso Pabellón Dorado

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16:30h. Llega el momento de regresar al centro para acercarse a ver el castillo de Nijo y sus jardines, y ya de paso volver al siglo XXI caminando por el centro de la ciudad.

Conviene dejar el mapa y perderse por sus callejones para sorprenderte con la cantidad de casas bajas, calles estrechas, jardines y altares que se esconden a sólo unos metros de calles en las que el tráfico no da tregua.

Detalle del castillo de NIjo

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Por unos minutos tendrás la sensación de que se ha detenido el tiempo y el único ruido que escucharás será el de tus pisadas. Tampoco puedes dejar de hacer una parada en el parque Maruyama antes de que anochezca.

19:00h. Si tienes compras que hacer, Shijo es tu calle. Allí encontrarás palillos artesanales, los famosos pañuelos furoshiki con los que hacer un bolso de geisha sin necesidad de coser y todos los dulces de la región, del famoso mochi a los dorayaki.

Y antes de despedirte de la ciudad, nada como tomar un cuenco de shiruko (sopa de judías dulces con mochi) . En la casa de té de Tsujiri sirven uno delicioso con un matcha que no le va a la zaga y del que puedes hacer acopio allí mismo.

El parque de Maruyama: un lugar para perderse

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