Aquellos lugares a los que viajé con Astérix

Un recuerdo para su dibujante, Uderzo, que ha fallecido a los 92 años.

Fotograma de Astérix en Bretaña, película de animación de 1986.

Getty Images

“Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos... ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor”.

Como tantos de nosotros, crecí leyendo las aventuras de Astérix el Galo, inspirada en la historia real de Vercingétorix y aderezada con dosis de poción mágica y mucho humor.

Rara era la noche que, antes de dormir, no caía un título del galo y su irreductible aldea, y muchas eran las que, en mitad de una odisea, llamaba a mi madre para preguntarle si quedaba algo de carne en la nevera.

Póster de la película Las doce pruebas de Astérix (1976).

Getty Images

Soñaba con comer esos enormes jabalíes asados que tanto gustaban a Obélix (¡no siempre untados en grasa de uro!), con la leche de cabra y otras delicias gastronómicas que disfrutaban los protagonistas, y también soñaba con recorrer como ellos, alegre y despreocupada, esos caminos que les llevaban a Hispania, Germania, Egipto, Bretaña, Helvecia, Grecia, India...

Mis hermanos y yo éramos bastante pequeños entonces (adolescentes luego, y jóvenes, y adultos, hemos seguido devorándolos) y acumulábamos** chistes y pasajes de los cómics en nuestro imaginario infantil.**

Aún repetimos hoy eso de “A veces me siento tan cansado”, del incomprendido Abraracúrcix, caído de su escudo.

Albert Uderzo en su casa, en agosto de 1979.

Getty Images

En ocasiones, los chascarrillos estaban relacionados con el tema culinario (“¡La hora del resopón!”, “Peziña de bie, pezoña de boe”, “El secreto está en no abusar de las salsas”...), otras con esas curiosidades que los personajes nos iban descubriendo sobre los sugerentes destinos que visitaban.

En nuestro corto conocimiento del mundo, teníamos a veces dificultades para relacionarlos con lugares reales, jactándonos cuando encontrábamos la conexión... "Ah, ¡Lutecia!"...

Original del cómic de Astérix 1972 subastado en Christie's en París en 2015. Uderzo salió de su retiro para dibujar en apoyo de los caricaturistas de Charlie Hebdo asesinados en ataques yihadistas.

Getty Images

Se ha comentado a veces, que desde que crearon la serie en 1959, René Goscinny (el guionista, fallecido en 1977) y Albert Uderzo, que nos ha dejado hoy con 92 años, abordaron con humor y sobrada licencia para el estereotipo las peculiaridades de países y regiones del mundo.

Gracias a La vuelta a la Galia de Astérix (1965) supimos que la gente de Normandía no puede dar respuestas directas y que los marselleses son unos exagerados. Y gracias al divertidísimo Astérix en Córcega (1973) supimos de esta isla y de la susceptibilidad de los corsos (¡y lo maloliente de sus mejores quesos, Catarinetabelatxitxit!).

Uderzo en su mesa de trabajo, en 1977, junto a unas figuras de Astérix y Obélix.

Getty Images

No se nos olvidaría fácilmente que en Inglaterra toman el té, porque en aquellos hermosos dibujos conocimos la manía de los personajes de esas tierras de beber agua caliente (Astérix en Bretaña, 1966), o que en Bélgica comen patatas fritas, por gracia del anacronismo de la aventura publicada en 1979. También nos reímos viendo los topicazos sobre el flamenco y el aceite de oliva de Astérix en Hispania (1969).

Seguimos a nuestros galos preferidos hasta Suiza en Astérix en Helvecia (1970), a la búsqueda de la estrella de plata, y fantaseamos con degustar esos quesos y **una cremosa fondue... ¡sin perder el trocito de pan! (¿Alguien recuerda de cuál de sus aventuras era eso?).

Portada de La hija de Vercingétorix, la última aventura publicada de Astérix.

Getty Images

Muchos soñamos con las pirámides de Egipto después de leer Astérix y Cleopatra (1965) y sonreímos al recordar al druida Panoramix diciendo “¡Ah, qué nariz!"... También pudimos verla en el cine, cancioncilla del baño incluida, gracias a una divertida adaptación animada.

De las versiones con Gerard Depardieu no soy fan, lo admito, pero para gustos los colores. Eso sí, entre mis primos tuvo éxito de risas (y visionados repetidos hasta la saciedad) la fabulosa Las doce pruebas (1978), que tenía un guión original.

René Goscinny, a la izda., y Albert Uderzo en Megève, en 1971.

Getty Images

Cuesta elegir un título preferido, pero entre mis favoritos de la infancia se encontraban Astérix y los normandos (1966) –con el melenudo y cobarde Gudurix y su baile 'al pata patá'– y Astérix legionario (1967), uno de los volúmenes que teníamos más manoseados, en el que los protagonistas viajan a África para recuperar al apuesto soldado del que está enamorado Falbalá.

Instagram content

This content can also be viewed on the site it originates from.

Tras la muerte de René Goscinny –también padre de Lucky Luke y Petit Nicolas– Uderzo aún publicó maravillas como La gran zanja (1980), Astérix en la India (1983) y El hijo de Astérix (1983), o el curioso relato feminista de Astérix: la rosa y la espada (1991).

Desde hace un tiempo, había dejado la serie en manos de Didier Conrad (a los lápices) y Jean-Yves Ferri (al guion). De ellos es el álbum Astérix en Italia (2017), donde se enfrentaban nada menos... que ¡a un corredor romano malvado llamado Coronavirus!

Uderzo ha fallecido hoy pero los genios como él no se van nunca, mientras sigamos teniendo sus obras que nos hacen sonreír, soñar... y viajar. ¡Por Tutatis!

Albert Uderzo tras recibir el Premio Genie el 5 de noviembre de 1983 en París.

Getty Images