El Camino Primitivo de Santiago en bicicleta

La senda del primer Camino conocido, la que tomó Alfonso II el Casto en el siglo IX, es sólo apta para valientes... o entregados.

El Camino Primitivo, una senda solo apta para valientes... o entregados

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Cada pedalada arranca otra respiración agitada y hace correr por la espalda un nuevo chorro de sudor. Parece que la bicicleta no avanza, pues la pendiente es durísima, pero ese paisaje arcaico e histórico insufla energía.

Y hay algo más. Una especie de eco antiguo, casi fantasmal. Místico. Cascos de caballos; el entrechocar de la espada contra la armadura; palabras susurradas en castellano antiguo, que suenan como versos prohibidos leídos en antiguos manuscritos de magia. Son los espíritus de los primeros peregrinos del Camino de Santiago. Aquellos que, desde el siglo IX, custodian el Camino Primitivo, una de las rutas más hermosas de España.

¡Buen camino!

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EL CAMINO PRIMITIVO: PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

El Camino de Santiago es una de las rutas culturales, históricas y de peregrinación más importantes del mundo. No se trata de una más, sino que se le otorga un grado de misticismo que la eleva por encima del resto.

Para apuntalar esta cuestión, la variante del Camino de Santiago llamada Camino Primitivo siguió, en 2015, los pasos del Camino Francés y el Camino del Norte, siendo declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Sin embargo, la fama no se le ha subido a la cabeza y, a pesar de este reconocimiento global, la cifra de peregrinos que deciden tomar esta ruta para llegar a Santiago de Compostela es sensiblemente inferior a la de aquellos que optan por el del Norte o el Francés, permitiéndole mantener ese halo mágico que poseen los territorios poco explorados.

La razón para ello no reside en su menor belleza paisajística o interés cultural, sino en que requiere una mayor preparación física, con nada menos que siete puertos de montaña condensados en un itinerario de poco más de 320 kilómetros.

El Camino Primitivo es lo que los ciclistas llamarían “un reto rompepiernas”. Y quizá por ello son tantos los bicigrinos –nombre coloquial que se da a los peregrinos que deciden recorrer el Camino de Santiago en bicicleta– que se ven atraídos por esta ruta.

Un halo de misterio te acompañará durante prácticamente todo el recorrido

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UN POCO DE HISTORIA DEL CAMINO PRIMITIVO

El Camino Primitivo recibe tal nombre al estar considerado el más antiguo de todos los trazados que llevan a la ansiada meta compostelana de la Plaza del Obradoiro. Su origen es tan antiguo que se halla dentro de ese período en el que la leyenda y la historia suelen ir tomadas de la mano.

Cuando se descubrió la supuesta tumba del apóstol Santiago –en torno al año 830–, Alfonso II, apodado el Casto, era rey de Asturias. Una Asturias preservada de los invasores musulmanes gracias a importantes victorias bélicas, extendiendo su dominio territorial a las actuales Galicia, León y Castilla.

Al enterarse de las noticias que llegaban de Compostela, el monarca partió de inmediato desde Oviedo, sede de su corte, hacia el oeste. Ya en el siglo XI, se declaró a Alfonso II como el primer peregrino en realizar el Camino de Santiago. Casi mil doscientos años más tarde, el Camino Primitivo, una auténtica ruta de reyes, conserva su trazado de manera fiel, horadando una rural y desconocida parte de España cuya belleza no deja indiferente a ningún viajero.

EL DESCONOCIDO INTERIOR DE ASTURIAS OCCIDENTAL

El trazado del Camino Primitivo tiene una longitud de unos 323 kilómetros. Aunque es más corto que otras variantes del Camino de Santiago, su dificultad es mayor, con un buen número de pendientes y casi nada de asfalto, lo cual obliga a enfrentarse a senderos repletos de barro cuando aparecen las frecuentes lluvias de esta parte de España.

Por ello, lo ideal, al viajar en bicicleta, es completar la ruta en al menos una semana. Eso permite disfrutar del patrimonio y los paisajes del Camino Primitivo como es debido.

En el Camino Primitivo serán pocos los tramos que encuentres de asfalto

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Partiendo de la capital ovetense, una primera jornada puede comenzar disfrutando de su bello y cuidado casco antiguo en el centro, para visitar, ya en los alrededores, las joyas prerrománicas de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.

Después, llega el momento de comenzar a internarse en la Asturias más rural. El camino hasta Grado discurre por una tierra irregular, montañosa y cubierta de verde, con una altura media de 900 msnm. Pero no será Grado el lugar donde pasar la noche, sino que tras atravesar el río Nalón por el puente Peñaflor y ascender el collado del Fresno, una agradable pendiente lleva, tras pasar por alguna tranquila aldea, al ansiado descanso en la villa medieval de Salas.

Unos 50 km de Camino Primitivo separan a Salas de Pola de Allende, en un recorrido de constantes subidas y bajadas, adornadas con bellos parches boscosos, que pasará por La Pereda, Tineo y el rústico monasterio benedictino de Santa María la Real de Obona.

En Pola de Allende llega el momento de dejar la bicicleta de lado, reponer fuerzas con una fabada asturiana y pasear entre sus elegantes casonas indianas antes del anochecer.

La última etapa que se desarrolla íntegramente en suelo asturiano es la que lleva de Pola de Allende a Grandas de Salime. Recorre una distancia de unos 45 km y discurre por los preciosos paisajes de sierra que separan las cuencas de los ríos Narcea y Navia. El embalse de Salime es el preludio de la meta de esa jornada.

Cuenca del río Narcea, en el interior del occidente asturiano.

Marta Sahelices

En Grandas de Salime es casi obligada la visita a su Museo Etnográfico de Grandas de Salime "Pepe el Ferreiro", que muestra cómo era el mundo rural asturiano. Un mundo que, tristemente, parece evaporarse sin remedio ante nuestros ojos.

**GALICIA Y EL CAMINO FRANCÉS **

En la dura jornada de transición entre Asturias y Galicia, el yacimiento arqueológico de Chao Samartín aparece en el Camino Primitivo como clave para entender el origen del fenómeno de los castros –poblados celtas situados en las cimas de montañas y colinas, amurallados y con diversas viviendas de planta circular– en el noroeste peninsular.

Tras superar el Alto del Acebo, la ruta entra en Galicia por A Fonsagrada, pero aún restarán dos puertos más –Alto del Hospital y Alto de A Fontaneira– antes de encontrar el merecido descanso en O Cádavo. En esta localidad se halla un antiguo hospital de peregrinos (siglo XIV) y el precioso bosque autóctono galaico de la fraga de Marronda.

Tras la dureza del día anterior, merece la pena tomarse las cosas con calma y realizar una etapa corta entre O Cádavo y Lugo. El antiguo campamento romano de Lucus Augusti es hoy una histórica ciudad que aún conserva dos kilómetros de **unas murallas que han sido testigo impertérrito de dos mil años de historia. **

Muralla de la ciudad de Lugo, Galicia.

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Lugo se ha ganado la fama de ser la capital gastronómica gallega, por lo que probar la cazuela de pulpo con patatas del restaurante Fonte Do Rei o el marisco del restaurante Campos es algo ideal para recuperar energías para encarar con garantía las últimas etapas del Camino Primitivo.

Cuesta dejar la bella Lugo para pedalear 50 kilómetros hasta Melide. La capital del pulpo a la gallega es también el punto en el que el Camino Primitivo confluye con el Camino Francés, y donde, dicen, se encuentra el Cruceiro más antiguo de Galicia. Se trata de una cruz realizada en el siglo XIV que muestra la crucifixión de Cristo en una cara, y a Cristo en majestad en la otra.

En la última etapa de la aventura, el número de peregrinos aumenta, dejando ligeramente atrás ese halo misterioso del Camino Primitivo puro.

La ruta pasa ahora por los principales puntos del último tramo del Camino Francés, como Arzúa y O Pedrouzo, antes de llegar al mítico Monte do Gozo, desde el que ya se divisan las torres de la catedral.

Las últimas pedaladas apenas cuestan esfuerzo. Es el final de un viaje de antiguos monarcas cristianos. Un viaje por unas tierras por las que ya casi no pasa nadie. Una España que nunca debe desaparecer, pues su rico legado de sencillez y belleza es más que necesario en estos tiempos inciertos y banales.